Las fluctuaciones en las producciones locales de soja y girasol, la suspensión de la admisión temporaria de la gran cosecha paraguaya de soja y las grandes dificultades que enfrenta el negocio del biodiesel son parte de los problemas que identifican los aceiteros, según el economista Jorge Ingaramo.
El especialista también sumó el escaso margen de molienda, por elevados costos en dólares, y la lenta devolución del IVA de exportaciones como los responsables en empezar a generar problemas laborales por suspensión o desactivación de plantas aceiteras.
Ingaramo evaluó que la industria del biodiesel está encabezada por el sector aceitero, el que más invirtió en los últimos 15 años en la Argentina para acompañar el desarrollo de la revolución agrícola que se inició en 1996, con la autorización de los transgénicos y la masificación de la siembra directa.
Apuntó que el sector se preparó para competir no sólo con Brasil sino con las nuevas industrias de los países del Mar Negro, sabiendo que la Argentina podría producir 60 millones de t de soja; importar 7 a 8 desde Paraguay, por el Régimen de Admisión Temporaria y moler 5 millones de t de girasol.
Así la masiva incorporación de plantas de biodiesel, en el cluster sojero (en torno a los puertos up-river del Paraná, con base en Rosario), no fue más que la extensión de un modelo inversor hacia otro target de mercado, fundado en regulaciones ambientales que, como en el caso de la Unión Europea, inducen al empleo de energías renovables y menos contaminantes.
Sin embargo, la ruptura del negocio del biodiesel, la imposibilidad de traer soja de Paraguay, las fluctuaciones en la producción de girasol, "un cultivo desalentado por injustas retenciones del 32% y dos campañas sojeras locales difíciles (cosechas 2009 y 2012), por razones climáticas, fueron complicando las cosas", indicó Ingaramo.
"El viernes 13 de septiembre nos enteramos de que las terminales portuarias del Gran Rosario no tienen materia prima, y no porque los productores no vendan, ya que la comercialización está demorada por el atraso cambiario, pero puede considerarse normal y la empresa Cargill decidió detener su planta en San Lorenzo, una de las más grandes del complejo oleaginoso", recordó Ingaramo.
En tanto, el secretario adjunto del Sindicato de los Aceiteros, Hugo López, sostuvo que "60 trabajadores fueron suspendidos por dos meses; esto no es nuevo; entendemos lo que los empresarios señalan y es que la cosecha no alcanza para que procesen los grandes monstruos del sector".